Tú, aquel que se cuela en mi cama noche tras noche, y que después de un rato agradable bajo mis sábanas se marcha sin remordimiento. Depronto, la atmósfera cálida impregnada con tu inconfundible olor, se torna turbia y helada. No se siente más olor que tu ausencia al otro lado de la cama. Voy con la mirada perdida hacia el techo, y me propongo a mi misma hablar de amor, el amor que me cubría todos los rincones del alma, pero el amor que no encontraba. Allí, tumbada en esa cama, solo descubrí el hastío, las mil y una maneras de decir te amo cada día, y recibir evasivas. Descubrí cuanto callé, todos los silencios que entregué y nadie recogió, las lágrimas que por dentro derramé, y la soledad que hallé tras tus miradas. Perdí el gusto a mirarte, dejé escapar la mágia que daban tus caricias, acudí a la indiferencia y mi corazón sólo dejó cerrar la puerta que te abrí días atrás. Todo acabó con la rapidez que ocurrió.jueves, 10 de marzo de 2011
Adiós.
Tú, aquel que se cuela en mi cama noche tras noche, y que después de un rato agradable bajo mis sábanas se marcha sin remordimiento. Depronto, la atmósfera cálida impregnada con tu inconfundible olor, se torna turbia y helada. No se siente más olor que tu ausencia al otro lado de la cama. Voy con la mirada perdida hacia el techo, y me propongo a mi misma hablar de amor, el amor que me cubría todos los rincones del alma, pero el amor que no encontraba. Allí, tumbada en esa cama, solo descubrí el hastío, las mil y una maneras de decir te amo cada día, y recibir evasivas. Descubrí cuanto callé, todos los silencios que entregué y nadie recogió, las lágrimas que por dentro derramé, y la soledad que hallé tras tus miradas. Perdí el gusto a mirarte, dejé escapar la mágia que daban tus caricias, acudí a la indiferencia y mi corazón sólo dejó cerrar la puerta que te abrí días atrás. Todo acabó con la rapidez que ocurrió.
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